El derrame de sangre y petróleo en Libia es inversamente proporcional. La rebelión contra Gadafi podría estar dejando un escalofriante rastro de cadáveres, aunque el apagón informativo propicia que se barajen cifras que oscilan entre los 500 y los 10.000.
Lo seguro es que Europa mira con inquietud hacia el sur del Mediterráneo por el posible cierre total de la producción de crudo del país norteafricano. El propio dictador amenazó con cerrar el grifo del oro negro, lo cual implicaría dejar de exportar 1,6 millones de barriles diarios.
La jornada estuvo plagada de altibajos en los precios de los barriles de Brent –de referencia en los mercados europeos, que ayer rozó los 120 dólares – y del West Texas, que mide las tendencias en EEUU. ¿El motivo? Un actor que se ha tornado crucial en la incertidumbre energética que desata el polvorín libio: Arabia Saudí, principal productor mundial de la preciada materia prima.
Las autoridades saudíes llevan dos días asegurando que aumentarán su producción para compensar un hipotético corte del suministro en Libia, a la que, por cierto, intentaron rodear EEUU, Reino Unido y Francia con el aviso de que cese la violencia.
En dos ocasiones insistieron en este ofrecimiento, momentos que coincidieron con una bajada de los precios. Pero al cierre de esta edición ese anhelado momento aún no había llegado. Eso sí, Arabia Saudí está manteniendo “conversaciones activas” con petroleras europeas para afrontar esta situación, según Financial Times. El Gobierno español también ha movido ficha: el presidente iniciará eldomingo un viaje a Túnez, Qatar y Emiratos Árabes Unidos.
¿Por qué han crecido tanto los precios? “Ya estaban subiendo en los últimos meses por el crecimiento de la demanda en los países emergentes y el exceso de liquidez global generado por la Reserva Federal”, asegura Federico Steinberg, investigador de economía internacional del Real Instituto Elcano.
Según Michael Lo, analista del banco de inversión Nomura, “el precio rondará los 95 dólares este año y los 110 dólares en 2012”. “El barril podría llegar a pagarse a 220 dólares en el caso de que tanto Libia como Argelia dejaran de producir”, augura el analista.
Consecuencias
“Si las empresas entienden que el shock petrolero implica mayores costes estructurales, subirán los precios de los bienes, lo que llevará a los trabajadores a exigir mayores salarios y podría dar lugar a una espiral inflacionista como la que vivimos en los años setenta”, indica Steinberg. Otro de los efectos saqueará aún más los ya maltrechos bolsillos españoles. El precio de la gasolina subió hasta los 1,284 euros por litro, cifra que casi alcanza el máximo histórico registrado el mes pasado: 1,285.
Rellenar un depósito de 45 litros cuesta hoy casi 58 euros, un euro más que lo que se pagaba en julio de 2008, cuando el Brent superó los 145 dólares. Entonces, ¿por qué la gasolina está ahora más cara, si el petróleo está más barato? Porque el coste de la materia prima sólo representa el 35% del precio final del combustible para el vehículo; lo más caro es el proceso de refino.
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